Tiempos de transformación: El engaño de las victorias pírricas, Cartagena de Indias.

La Guerra del Asiento, conocida también como la Guerra de la Oreja de Jenkins, fue un conflicto bélico que tuvo lugar entre 1739 y 1748. Este enfrentamiento armado involucró principalmente a los mayores imperios de la época, el español y el británico, con escenarios de combate en las colonias americanas y en el océano Atlántico.

El nombre "Guerra de la Oreja de Jenkins" se originó a partir de un incidente que tuvo lugar en 1731, cuando el capitán británico Robert Jenkins  fue capturado por barcos de guerra españoles y el capitán de un guardacostas español, León Fandiño, le cortó la oreja por realizar contrabando en las costas de Florida. Se comentó que el capitán español, tras cortarle la oreja, le dijo «ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve ». Aunque la autenticidad de la oreja en salmuera que se presentó ante el Parlamento británico fue objeto de controversia, la intervención de Jenkins sirvió para convencer y empujar a los miembros del Parlamento de la necesidad de una guerra.

El conflicto armado se desarrolló en el contexto más amplio de las rivalidades coloniales y las luchas por el control de las rutas comerciales y las colonias en América.

El principal objetivo inglés era hacer colapsar el Imperio español en América tomando las principales plazas que controlaban el tráfico de mercancías y desde donde se enviaban los metales preciosos a España. Si no lograban hacerlo colapsar completamente, al menos esperaban forzar un tratado de libre comercio en América y el control de algunas plazas costeras.

"Captura del Galeón de Manila"

Ambas naciones europeas buscaban expandir y proteger sus intereses coloniales, y las tensiones acumuladas a lo largo de los años llevaron finalmente a la erupción de hostilidades abiertas.

Uno de los episodios destacados de la guerra en América fue el asedio de Cartagena de Indias en 1741. La ciudad colombiana, entonces parte del Imperio Español, fue objeto de un intento británico de conquista. Sin embargo, las fuerzas británicas, dirigidas por el almirante Edward Vernon, sufrieron una derrota significativa ante las defensas españolas lideradas por Blas de Lezo, marcando un punto de inflexión en el conflicto en el teatro americano.

Capturar Cartagena les habría proporcionado un puerto estratégico desde el cual podrían controlar y dirigir el comercio en la región, aumentando así su influencia económica y debilitando enormemente la posición económica del imperio español. De esta manera no solo forzaría a los españoles a desarrollar una nueva ruta comercial, sino que también la ciudad se podría convertir en una especie de base de la piratería como eran el resto de plazas británicas en el Caribe.

Aunque la defensa exitosa de Cartagena fue un logro militar significativo, tuvo implicaciones económicas que no fueron positivas para España.

A mediados del siglo XVIII, el Imperio Español ya enfrentaba desafíos económicos considerables. Las guerras y conflictos militares anteriores habían debilitado la posición económica de España, y la victoria en Cartagena aunque sirvió para preservar el control español sobre Cartagena y otras colonias en América Latina no revirtió completamente la situación, ya que la recuperación de los daños y materiales requirieron recursos que podrían haberse utilizado en el fortalecimiento de la economía o en solventar el pago de una cada vez más creciente deuda estatal.

 

Deuda española

Así el imperio español, que ya experimentaba dificultades económicas, sufrió un deterioro adicional. La guerra agravó la situación económica y contribuyó a la crisis fiscal y la decadencia económica del imperio.

La paz de Aquisgrán en 1748 puso fin a la Guerra de la Oreja de Jenkins y a la Guerra del Asiento de manera más general. Este tratado estableció nuevas disposiciones territoriales y comerciales, buscando restablecer un equilibrio de poder en Europa y sus colonias.

En resumen, la derrota británica en la Batalla de Cartagena tuvo consecuencias económicas significativas al preservar el control español en América Latina, limitar el acceso británico a recursos clave y afianzar el poder y los intereses comerciales de España en la región, pero aunque se demostró la capacidad de España para defender sus colonias, también resaltó la fragilidad económica y militar del imperio.

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