La caída económica de Roma

La verdadera causa del fin de Roma como Imperio y, lo que es más importante, como civilización no fueron los bárbaros, sino los propios emperadores romanos, que dinamitaron su propio mundo aplicando recetas económicas que hoy nos resultan muy familiares.

Con Caracalla empieza la decadencia de Roma. Para financiar las numerosas guerras del imperio y el aumento del 50% del sueldo de la guardia pretoriana, dobló los impuestos sobre las herencias. Pero no fue suficiente, por lo que decidió devaluar la moneda.

Emperador Caracalla

En el siglo III no existían los billetes de papel, así que las devaluaciones iban a parar directamente al metal. Lo que se hacía era mezclar el metal principal con otros menos valiosos con el objetivo de acuñar y gastar más.

La moneda romana era el denario y esta era de plata pura en sus inicios. En tiempos del primer emperador romano, Augusto, cada denario estaba compuesto en un 95% por plata y en un 5% por otros metales, como por ejemplo el bronce. Un siglo más tarde, con el emperador hispano Trajano, el porcentaje de plata era del 85%. Ochenta años más tarde, Marco Aurelio volvió a depreciar el denario, que ya sólo tenía un 75% de plata. El denario, de esta forma, se había devaluado en un 20% en dos siglos. Algo relativamente tolerable. Caracalla, muy necesitado de efectivo para sus gastos, devaluó el denario hasta dejarlo con sólo un 50% de plata, o lo que es lo mismo, lo devaluó un 25% en un solo año. Por otra parte existía el áureo, monedea de oro. En tiempos de Augusto una libra de oro servía para producir unas 40 monedas mientras que con Caracalla se producían 50. Con tanto experimento monetario y sin que el emperador lo previese, los precios se dispararon. 

(Devaluación del contenido de plata del denario romano)

Tras su muerte los que le sucedieron no hicieron sino empeorar las cosas. Un compendio de guerras civiles y conspiraciones para asesinar emperadores llevó a que a este periodo fuera bautizado por los historiadores como "la crisis del siglo III".

Durante ese siglo el denario no dejó de devaluarse, hasta que acabó convertido en un pedazo de bronce bañado en plata que cambiaba de manos rápidamente. En cuanto al áureo, prácticamente desapareció de la circulación, y cuando aparecía era fino y maleado. La inflación superó el 1.000%, y eso con los fragmentados datos de los que disponemos: probablemente, en ciertos momentos y lugares fue mucho mayor.

Al caos político y económico del siglo III le sucedió el ajuste de Diocleciano, que, ya sin poder recurrir a la devaluación, machacó a impuestos a los habitantes del Imperio y ensayó una reforma monetaria que fracasó estrepitosamente.. Los romanos se habían empobrecido fenomenalmente en sólo unas décadas por culpa de su Gobierno; y con ellos el comercio, la industria y la agricultura del Imperio.

Durante casi dos siglos, el Estado romano fue una molesta máquina burocrática que actuaba con el único objetivo de sobrevivir. Pero cuando el flujo de oro se secó, Roma colapsó y se esfumó de la Historia.

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